¿Alguien puso un letrero?: cuando el tiempo se impone burocráticamente

La reciente adopción de la región de Aysén del mal llamado “horario de verano” durante todo el año plantea una serie de preguntas, como si ya existe un letrero entre las regiones de Aysén y Los Lagos. Pese a que puede parecer superficial, es la oportunidad para abrir una reflexión respecto a cómo aplicar las medidas de la forma más armónica posible.

Imagine que debe transitar por una de las carreteras más indómitas del mundo, en medio del bosque austral. Es una experiencia maravillosa si usted se encuentra de vacaciones, pero si es una ruta que debe transitar frecuentemente se vuelve un obstáculo más del día a día. Esa es la realidad de quienes viven en la carretera Austral.

Pero los inconvenientes aumentan en uno de los tramos de la ruta, específicamente entre las regiones de Los Lagos y Aysén, donde entre abril y septiembre se debe atrasar o adelantar el reloj (dependiendo si se dirige al sur o al norte). Ello debido a que la región con capital en Coyhaique mantendrá todo el año el denominado “horario de verano”.

Medida que se anunció unas semanas antes, y que obedece al resultado de una consulta ciudadana donde el 94% de quienes participaron se manifestaron a favor de permanecer todo el año en el huso horario UTC -3, al igual que sus vecinos magallánicos. 

La diferencia radica en que estos últimos (por desgracia) no poseen una conexión terrestre con el resto del territorio nacional, por lo que cuando Magallanes adoptó en 2016 el horario de verano todo el año, el cambio pasó para muchos desapercibido.

No obstante, ahora si hay una “frontera temporal” terrestre que puede llegar a afectar especialmente a la provincia de Palena, donde se atrasó el reloj, aunque al sur no. Ello plantea un inconveniente para quienes estando en Aysén deben realizar trámites en la región vecina o viceversa.

Si bien, vivimos en democracia y se reconoce la legitimidad de la decisión adoptada, surge una interrogante que a simple vista pasa desapercibida: ¿Qué ocurre en ese tramo de la carretera Austral donde trascurre el límite regional?, ¿Hay instalado algún letrero que indique el cambio?

La pregunta puede parecer frívola si tenemos en cuenta que existen necesidades más urgentes, pero puede ser un buen punto de partida para reflexionar cómo se aplican medidas que afectan a un gran número de personas de la forma más armónica posible.

Pese a que actualmente la tecnología nos facilita la realización de trámites, pensar políticas públicas basándose únicamente en las fronteras regionales e ignorar que cerca de esas líneas imaginarias viven personas es francamente una insensibilidad.

Independiente de que quien escribe es un defensor del mal llamado “horario de invierno”, se podría conciliar voluntad ciudadana con criterios prácticos mediante la creación de zonas horarias que no sigan estrictamente los límites regionales y tengan más en cuenta criterios geográficos o culturales.

Quizás una solución podría ser la adopción de la dinámica de zonas horarias de EE.UU. donde se consideran criterios como la cercanía a grandes urbes o afinidad geográfica. En este caso, el “horario de verano” permanente podría abarcar desde Palena al sur. 

Por: Maximiliano Ortiz/Periodista.

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